«El amor nos mueve a querer cambiar las injusticias y ayudar a los demás». Entrevista a Óscar Sánchez


ABSTRACT

Estudios recientes aseguran que estamos genéticamente programados para pensar antes en los demás que en nosotros mismos. Y es que el altruismo y la ayuda a otros están relacionados con la mejora del éxito académico y con una mayor inteligencia emocional. Al educar a los más pequeños en esas conductas les protegemos ante comportamientos agresivos.


Os dejamos hoy, un extracto de la entrevista a Óscar Sánchez, profesor de sociología y psicología de la UMU y responsable del Grupo de Psicología Positiva del Colegio Oficial de Psicólogos de Murcia.

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ENTREVISTA


¿Qué beneficios, desde el punto de vista psicológico y de la salud, aporta ayudar a los demás, bien sea como voluntario, donando alimentos, ropa,  acompañando a mayores…?

La Psicología Positiva señala que una vida con una mirada transcendente, que llevaría a comportamientos prosociales, es una de las claves más relacionadas con el bienestar ya que nos da sentido a la vida, sentimos que somos parte de algo mayor que nosotros mismos a lo que podemos contribuir, cuidar y crear (Seligman, 2011).

Diversas investigaciones han señalado los beneficios del comportamiento prosocial: mejora del estado de ánimo (Piliavin, 2003), sentimientos de fortaleza, mayor energía y motivación hacia la vida (Stoddard, 2009), mayor confianza en nuestras habilidades para generar cambios (Johnson, Beebe, Mortimer y Snyder, 1998), relaciones más profundas con los demás, objetivos vitales de mayor alcance, estilo de vida más dinámico, reducción de las preocupaciones excesivas por nosotros mismos (Pang, 2009), amortigüa la pérdida de memoria asociada a la edad (Ertel, Glymour y Berkman, 2008) , previene el estrés y las emociones negativas e  incluso diversos estudios han puesto de manifiesto un aumento de la longevidad (Putnam, 2000).

Por otra parte, ser testigo de un acto altruista puede producir en nosotros elevación (Haidt, 2003), una fuerte emoción positiva que tiende a promover en nosotros el deseo de ser mejores y, a veces, un impulso a ofrecer nuestra colaboración y ayuda.


¿Estamos todos los seres humanos programados para ayudar a los demás? ¿Tenemos en nuestro ADN un gen de solidaridad?

[..] Mientras que un grupo de estudiosos han señalado que genéticamente estamos programados para el egoísmo (p.e. Dawkins, 1976) y a centrarnos en nuestro propio beneficio, más recientemente otros estudiosos (p.e. Wilson y Wilson, 2007) señalan que estaríamos programados para pensar antes en los demás, en el grupo, que en el propio individuo y que esa tendencia a la vida en sociedad es la forma de adaptación más exitosa y de la que vendrían los comportamientos altruistas. […].

Seligman (2011) señala que un grupo de primates social con las estructuras cerebrales relacionadas con las emociones que están al servicio del amor, compasión, la bondad, el trabajo en grupo y la abnegación – las emociones tipo colmena – , y las estructuras cerebrales cognitivas, como las neuronas espejo, que reflejan otras mentes, tenderán hacia comportamientos de cooperación (cazar en grupo, crear la agricultura …) que será mucho más adaptativo que otro grupo no social que no posea estas características. […].


Está claro que en unas personas está más desarrollada la faceta del altruismo que en otras. ¿Se puede aprender y enseñar el altruismo?

Determinados rasgos pueden hacer más probables un comportamiento como el altruista. Las características que conforman la personalidad altruista son: alta empatía, la creencia en un mundo más justo, la responsabilidad social, locus de control interno y un bajo nivel de egocentrismo (Oliner y Oliner, 1988).

[…] La conducta prosocial se considera un factor predictor positivo y significativo del éxito académico (Inglés, Benavides, Redondo, García-Fernández, Ruiz-Esteban, Estévez y Huescar, 2009) y de mayor inteligencia emocional y social (Roche, 1999). Además, otros estudios señalan que los niños que presentan una disposición prosocial o han sido educados en ella, la mantendrán durante la etapa adulta, y ello a su vez es un factor protector ante la conducta agresiva (Eisenberg, 2000; Penner, Dovidio, Piliavin, Schroeder, 2005).

Por otra parte una educación centrada en la promoción del bienestar, tal y como defiende la Psicología Positiva, ayudaría a  que se produjeran con mayor probabilidad comportamientos  altruistas. Los psicólogos sociales lo han llamado fenómeno sentirse bien, hacer el bien (feel-good, do-good) (Salovey et al., 1991) que consistiría en la tendencia a ayudar más a los otros cuando la persona presenta un mayor bienestar.  Argyle (1987) señala que “estados de ánimo positivos provocan pensamientos positivos, un mayor recuerdo de acontecimientos felices, más creatividad y mayor solución de problemas, más conducta servicial y una evaluación más positiva de los demás”  mientras que la tristeza y la depresión nos impulsan al retraimiento y tendemos, como el caracol, a encerrarnos en nuestra concha (Seligman, 2002; Mazón, Páez y Rodríguez, 2009).

Recientes investigaciones señalan también que las redes sociales tienen un efecto cascada que puede fomentar las conductas cooperativas (Fowlera y Christakisb, 2010).


¿Nos ha ayudado en ese aprendizaje la crisis?

Creo que la crisis que aún estamos viviendo es una crisis sistémica que va a reflejar muchos cambios en diversos niveles (personal, social, político, económico, ecológico…). Nos ha producido y sigue produciendo mucho sufrimiento lo que, en muchos casos, viene acompañado de reflexiones, cada vez más profundas, que se refleja en un cambio de valores en la sociedad, del tipo de vida que estamos llevando y donde nos puede llevar  seguir así como ya han reflejado muchos estudiosos (Jara, 2013). […]

Necesitamos educar a líderes en el campo político, educativo y empresarial, entre otros, que sean, ya no carismáticos, sino sabios siguiendo al modelo propuesto por Stenberg (2000) donde las decisiones estén marcadas por el bienestar global, tal como algunos economistas han señalado (Felber, 2012).


¿Es además una terapia contra los problemas propios? ¿Es recomendable clínicamente, como terapia, para quien atraviesa una situación personal complicada?

[…] La Psicología Positiva estudia los efectos positivos de acciones valiosas para la comunidad y así como las consecuencias de técnicas para tener y cuidar relaciones positivas en nuestra vida, practicar la amabilidad, la gratitud así como poner nuestras fortalezas al servicio de algo mayor que nosotros mismos. Puede ser defender unos valores universales, una visión ecológica de la vida o espiritual, tener en cuenta a la comunidad, al planeta, etc. (Seligman, 2011).


¿Qué parte de egoísmo hay en la ayuda a los demás? ¿Somos solidarios para sentirnos nosotros mejor?

Existe una grandísima controversia en torno a esta cuestión, el equipo Awake, quiere dedicar esta pregunta a todos aquellos con quienes hemos debatido acerca de la existencia o no de comportamientos puramente altruistas o si, por el contrario, existe un interés propio subyacente a ese acto en apariencia desinteresado. 

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Gómez y Martín (2008) con la finalidad de esclarecer esta controversia distinguen el altruismo genuino, cuyo factor responsable sería la empatía, del altruismo egoísta, cuyo objetivo es conseguir un beneficio propio, como reducir el estado de malestar o de angustia que experimentamos ante el sufrimiento ajeno o ser bien vistos por nuestros iguales.

Las motivaciones que los investigadores han dado para explicar la conducta prosocial son muy variados. Según la teoría del Homo economicus, los seres sociales son esencialmente egoístas. Se considera que la vida social está gobernada por los mismos principios que rigen el mercado, es decir, por el criterio de utilidad. Según la paradoja del banquero (Tooby y Cosmides, 1996) las personas que más tienen consiguen más ayuda (por ejemplo préstamos) que los que tienen menos, que terminarían estrellándose.  Sin embargo, como señala Seligman (2011), en algún momento de nuestra vida todos caemos (enfermamos, perdemos nuestro buen aspecto, dinero, poder…) y dejamos de ser una buena inversión para los demás. Sin embargo hay personas que nos apoyan de forma incondicional. El amor es la respuesta de la selección natural a la paradoja del banquero. Es lo que nos mueve a querer cambiar las injusticias actuales y ayudar a los demás.

En este sentido las investigaciones del grupo de Bonmatí (2010) han descubierto que los predecesores de los neandertales cuidaban en Atapuerca a los mayores discapacitados lo que sería una prueba de nuestra tendencia a ocuparnos y ayudar a los demás, muy alejado de criterios utilitaristas.


Siempre pensamos en lo material cuando se habla de ayudar a los demás, pero ¿qué es lo que más necesita alguien con carencias materiales, aparte de lo obvio, como pueda ser comida, ropa o techo… ?

El psicoanalista británico de tendencia etológica, John Bowlby (Weinfield et al., 1999) demostró que los niños no solo tenían necesidad de alimento y cobijo, sino del necesario calor humano, afectivo reflejado en abrazos, caricias, besos, escuchar a sus cuidadores etc. Esto es extensible a todas las edades. Necesitamos ser escuchados, atendidos, aceptados, valorados, queridos… El apoyo emocional es fundamental para la buena marcha de nuestra vida. Múltiples investigaciones señalan que contar con relaciones positivas en nuestra vida es un factor fundamental para nuestro bienestar (Rath y Harter, 2011). Es de destacar la función de la familia, y del sentimiento de amor de muchos voluntarios de diversas ONGs que ayudan y dan este fundamental soporte.

(Para ver la entrevista íntegra pincha aquí).

Reflexiones en positivo: En Navidad ¿Fortalezas estacionales o constantes?.

En estas fechas festivas surgen determinadas situaciones en donde salen a relucir nuestras fortalezas personales, florecen fortalezas, ya disponemos de ellas a lo largo del año pero ¿por qué se remarcan tanto en estas fechas y no en igual medida el resto del año?, no queremos crear discordia, no generalizamos a la población en general, hablemos simplemente de este hecho tan curioso.

Pero, ¿qué es una fortaleza?

Las fortalezas son factores virtuosos de personalidad que se manifiestan en los comportamientos de las personas que son buenas por sí mismas, contribuyendo al bienestar y a la satisfacción vitales. Existen veinticuatro fortalezas englobadas dentro de seis virtudes consideradas universales (más adelante profundizaremos en el tema de las Fortalezas Personales), las fortalezas que se poseen son entrenables, son maleables según Martin Seligman; son características potenciales que nos definen, rasgos con cierto grado de generalidad en las situaciones y con estabilidad a través del tiempo, y que el fundamento es: “cuánto más pongamos en juego en distintas situaciones del día a día nuestras Fortalezas Personales, más coherentes seremos con nosotros mismos y, en último término, más aprenderemos y disfrutaremos en esas situaciones cotidianas”.

¿Qué ocurre en Navidad?

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En Navidad se remarcan determinadas fortalezas y emociones positivas, tales como la amabilidad, el amor, el perdón o compasión, la apreciación de la belleza, la gratitud, entre otras, pasemos a explorar en que consisten cada una de las nombradas de forma breve:

  • Amabilidad: Hacer favores y buenas obras por los demás; ayudar y cuidar de personas del entorno, ya sean cercanas o completamente desconocidas.
  • Amor: Valorar las relaciones íntimas con los demás, en particular aquéllas en las que los actos de cuidado y compartición son recíprocos; situarse en posiciones emocionales íntimas y cercanas sobre personas elegidas.
  • Perdón o compasión: Capacidad de no convertir en ejes centrales de la propia vida a aquellos actos o situaciones pasadas en la que alguien nos hirió o dañó en algún aspecto; superar y crecer psicológicamente tras momentos en los que alguien nos perjudicó voluntaria o involuntariamente; entender motivos y circunstancias personales de otros; dar una segunda oportunidad, no siendo vengativo ni rencoroso.
  • Apreciación de la belleza: Detectar y apreciar la belleza, la excelencia y/o poseer un desempeño de gran nivel en cualquier dominio de la vida (desde la naturaleza, al arte, matemáticas, ciencia, o a las experiencias cotidianas).
  • Gratitud: Ser consciente, reconocer y responder a los acontecimientos y acciones positivas, generosas, humanas, bondadosas, honestas, agradables, etc., que suceden; emplear tiempo en expresar agradecimiento y correspondencia emocional hacia personas o gestos que significaron algo positivo para nosotros.

Está demostrado que las fortalezas son maleables y son entrenables, es decir, a lo largo del año todos disponemos de las 24 fortalezas del ser humano, pero en determinados momentos, utilizamos fortalezas concretas en situaciones concretas, pero la clave de la constancia en el tiempo es trabajar con ellas a diario de manera consciente.

Cuando dotamos de nombre a las emociones positivas y a las fortalezas, es más fácil aprender de ellas y adquirir conocimientos que nos ayudan a nuestra propia autonomía emocional y a mejorar nuestro bienestar personal, la puesta en práctica deliberada y consciente de las fortalezas en nuestro día a día nos va a permitir profundizar en qué necesidades básicas tenemos como personas y qué objetivos fundamentales poseemos sobre nuestra de vida.

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No hay que desestimar la aparición de determinadas fortalezas en Navidad, pero animamos ahora mismo a cualquier lector de esta entrada a continuar y persistir en el trabajo diario con las fortalezas y trabajaremos en nuestros talleres con las personas para que continúen su práctica diaria a lo largo de todo el año. En estas fechas demostramos cariño y amor a nuestros seres queridos, se hacen y reciben regalos por los que demostrar gratitud, nos sentimos más amables, tratamos de perdonar nuestros errores del pasado y tratamos de perdonarlos a los demás para entrar de mejor humor en un nuevo año donde continua la incertidumbre de aquello que está aún por acontecer y apreciamos las luces y las decoraciones que vemos en las calles y en las casas.

¿Qué ocurre cuando termina la Navidad?

Se desvanecen ciertos valores importantes, se dejan de llevar a la práctica algunas de las fortalezas que son vitales para mejorar nuestra felicidad y nuestro bienestar, las personas no han de permitir este hecho. Hay una gran importancia en ser justos con nuestra propia inteligencia emocional, apreciar nuestro trabajo diario en la aplicación de las fortalezas, ayudar a los demás a continuar en su práctica diaria adquiriendo mayor identidad personal, en definitiva, crear una experiencia personal gratificante y coherente con nosotros mismos, alumbrar parte del camino a aquellos que presenten mayor dificultad en llevar a la práctica sus fortalezas y para conseguir los objetivos personales de bienestar, felicidad y crecimiento llega a ser más útil, como indican Carmelo Vázquez y Gonzalo Hervás, “usar la vía del reconocimiento de las fortalezas ya existentes y la puesta en funcionamiento de las mismas en una variedad de ámbitos” que el hecho de centrarse en los déficits o características negativas personales. Si en la propia definición de fortalezas se indica que son estables a través del tiempo, hagamos honor a su definición y trabajemos a diario por un mundo mejor, más positivo, más amable y más feliz, para que no sea una cuestión estacional.

Esperamos que os haya gustado esta nueva sección del blog llamada «Reflexiones en positivo» y os hacemos un regalo a vuestros oidos por llegar hasta aquí:

 

¡Feliz bondad y prospera nueva esperanza!

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